
Margarida Xirgu Subirà (1888-1969) fue una de las actrices catalanas más universales. Nació en Molins de Rei pero pronto se trasladó a Barcelona donde, desde muy joven, se vinculó a los círculos teatrales amateurs. Su debut profesional fue en 1906, con Teresa Raquin, de Émile Zola, e inmediatamente destacó por su talento y carisma. Durante las décadas siguientes se consolidó como intérprete clave en la escena catalana y española, especialmente con las obras de Àngel Guimerà y Jacinto Benavente.
El punto de inflexión llegó con la colaboración con Federico García Lorca, del que Xirgu fue amiga y protectora. Con ella se estrenaron piezas fundamentales como La casa de Bernarda Alba y Yerma, que la proyectaron internacionalmente. Xirgu no sólo fue actriz, sino también empresaria teatral y directora, una figura de autoridad en un mundo dominado por hombres.
Xirgu fué designada hija adoptiva de Barcelona el año 1933
— Departament de Cultura
Cuando estalló la Guerra Civil, Xirgu estaba de gira por América y decidió no volver, fiel a la República y convencida de que no tendría cabida en el régimen franquista. Instalada en Montevideo, desarrolló una intensa actividad pedagógica y creativa. Fundó la Escuela Municipal de Arte Dramático y formó generaciones de actores latinoamericanos.
Su trayectoria, marcada por el exilio, es un símbolo de la fuerza cultural catalana dispersada a raíz de 1939. Murió el 25 de abril de 1969 en Montevideo, dejando un legado como actriz, pedagoga y defensora de la libertad artística. Xirgu sigue siendo recordada en Catalunya con un teatro que lleva su nombre y con homenajes institucionales que la reconocen como la gran actriz catalana universal.
