


Los países latinoamericanos jugaron un papel fundamental
en la acogida y desarrollo de las vidas de muchos exiliados catalanes. En el
continente ya existían comunidades catalanas establecidas desde el siglo XIX,
debido a la migración económica, sobre todo en países como Argentina y Cuba, y
algunas de ellas ya tenían instituciones y centros culturales, donde los recién
llegados podían mantenerse conectados con su identidad de origen. Además,
muchos de los valores políticos y culturales de los exiliados, como el
republicanismo, encontraron repercusión en las sociedades latinoamericanas, que
también estaban inmersas en procesos de luchas políticas. Países como México,
Argentina, Chile o Uruguay, adoptaron medidas favorables para que los exiliados
republicanos, incluidos los catalanes, siguieran ejerciendo sus profesiones, ya
fuera en el ámbito académico, artístico, industrial o empresarial,
contribuyendo al desarrollo económico y cultural de las comunidades de acogida.
México, bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, fue
especialmente generoso, ofreciendo asilo y apoyo a miles de refugiados.
Cárdenas veía a los republicanos españoles portadores de talento intelectual,
artístico y técnico que podría contribuir al desarrollo del país. Es el caso de
Pere Bosch i Gimpera, que se integró en la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), donde desarrolló una brillante carrera como investigador y
profesor, o el filósofo y pedagogo Joaquim Xirau, que fue uno de los
intelectuales catalanes más influyentes de su tiempo y una figura clave en la
formación de una nueva generación de pensadores en el país. La estancia en
México de Josep Carner, considerado el "Príncipe de los Poetas
Catalanes", fue breve, pero su presencia ayudó a conectar los círculos
intelectuales del país con las corrientes literarias catalanas. Joan Sales,
conocido por su novela "Incerta glòria", también se exilió en México,
donde trabajó como editor y fundó "Cuadernos del Exilio", una de las
muchas publicaciones que ayudaron a mantener viva la literatura catalana
durante los años de la dictadura franquista. Buenos Aires y otras ciudades
latinoamericanas también se convirtieron en centros neurálgicos de empresas y
negocios fundados por exiliados, que aprovecharon las redes comerciales e
industriales que ya existían entre Cataluña y América Latina antes de la
guerra.



