Montserrat: un nuevo símbolo

El Monasterio de Montserrat durante la primera manifestación catalanista desde la ocupación franquista de 1939

El año 1947, en el marco de la fiesta de entronización de la Virgen, en el monasterio de Montserrat se produjo la primera manifestación catalanista desde la ocupación franquista del país. Según los propios organizadores, en aquella concentración participaron entre 75.000 y 100.000 personas, situadas en la explanada y en los alrededores del monasterio, en lo que fue "el primer movimiento de reencuentro colectivo y de reconciliación cívica después de la Guerra Civil en Cataluña". Aquella iniciativa partió de un grupo de personalidades eclesiásticas y seglares que, en un durísimo contexto de descatalanización de la Iglesia catalana, crearon la Comisión Abat Oliba. 

Con el pretexto de popularizar el evento, la Comisión tejió la primera red de país después de la Guerra Civil, con delegaciones comarcales, locales, parroquiales y sectoriales de gremios profesionales y patronatos católicos, que reunían a miles de catalanes y catalanas. Se editaron y distribuyeron miles de programas del acto en catalán, y el día de la celebración se hizo uso público y multitudinario de la lengua catalana por primera vez desde la ocupación franquista, y se leyeron mensajes de muchos catalanes exiliados, como Pau Casals. El discurso en castellano del ministro Martín Artajo quedó ahogado cuando la multitud, espontáneamente, entonó el Virolai. Durante el acto, Joan Espinet y Manuel Fontic, militantes del Frente Nacional de Catalunya, colgaron una enorme bandera en una de las rocas de la montaña, que la policía franquista no pudo descolgar hasta el día siguiente.


Aureli Maria Escarré


A medida que avanzaba el franquismo, especialmente en las décadas de los 50 y 60, una parte significativa de la Iglesia catalana empezó a distanciarse del régimen y alinearse con los movimientos sociales y culturales que criticaban a la dictadura. Figuras destacadas como el abad de Montserrat, Aureli Maria Escarré, se convirtieron en voces críticas, hasta el punto de que en 1963, después de una entrevista en el diario "Le Monde" en la que denunciaba duramente la falta de libertades y la represión de la cultura catalana, tuvo que exiliarse en Italia, donde murió en 1968.


Durante la dictadura franquista (1939–1975), el Monasterio de Montserrat se convirtió en un bastión simbólico y real de resistencia catalana. Pese a la represión del régimen contra cualquier expresión de catalanidad, los monjes benedictinos mantuvieron viva la lengua, la cultura y el espíritu nacional catalán, a menudo actuando en la clandestinidad o en los márgenes de la legalidad. Montserrat fue uno de los pocos espacios en los que se continuaba celebrando liturgia en catalán, imprimiendo textos religiosos y culturales prohibidos o censurados. La revista “Serra d'Or”, publicada desde el monasterio a partir de 1959, se convirtió en una plataforma clave para la intelectualidad catalanista, esquivando parcialmente la censura franquista. Además, Montserrat acogió reuniones secretas de intelectuales, activistas, estudiantes y miembros de la oposición democrática, incluido el PSUC y otros movimientos clandestinos. El monasterio fue también escenario de manifestaciones simbólicas, como la renovación de la llama de la lengua catalana, y un lugar de refugio moral para muchos perseguidos. Algunos monjes destacaron por su compromiso con la justicia social y el derecho a la autodeterminación de Cataluña. Montserrat se convirtió en símbolo espiritual y cultural de la resistencia catalana durante el franquismo.

 

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