En Espluga de Francolí, en la Conca de Barberà, un mural
de gran formato pintado por Roc BlackBlock, rinde homenaje a los brigadistas
internacionales. El 25 de octubre de 1938, en el patio del edificio del actual
Albergue, los batallones de voluntarios venidos de todo el mundo para luchar en
favor de la República Española recibían el primer acto de despedida. Ese día,
ante una nutrida delegación de brigadistas, el presidente del Consejo de
Ministros, Juan Negrín, dirigió un discurso de agradecimiento a los
combatientes en un emotivo acto inmortalizado por los fotoperiodistas Robert
Capa o Henry Buckley, entre otros. El mural forma parte del proyecto Murs de
Bitàcola, una red de murales dedicados a la divulgación de la historia y la
memoria local, con el objetivo de visibilizar en el espacio público los
episodios propios de cada comunidad, y construir un mapa global que proyecte
una visión de conjunto de los fragmentos y episodios de la memoria colectiva.

Durante la dictadura franquista, miles de personas fueron
asesinadas, encarceladas, torturadas o perseguidas por razones políticas.
Cataluña, además, sufrió una represión cultural, política y social
especialmente intensa, lo que ha hecho que el proceso de recuperación de la memoria
histórica sea un tema de especial relevancia, no sólo para honrar a las
víctimas, sino también para reivindicar su identidad. El reconocimiento de las
víctimas de la dictadura comporta documentar las historias de los exiliados,
guerrilleros y activistas, y rehabilitar la imagen de los movimientos que
jugaron un papel en la defensa de los derechos sociales y democráticos.
El reconocimiento comporta también exhumar las fosas
comunes y acompañar a las familias que todavía buscan a sus desaparecidos. Según
los datos más recientes, en el ámbito estatal hay más de 9.000 fosas
documentadas, la mayoría relacionadas con la Guerra Civil y la represión
franquista posterior. Muchas de estas fosas contienen restos de desaparecidos
que todavía no han sido identificados. Esto posiciona a España como uno de los
países del mundo con más desaparecidos sin identificar. En Cataluña, todavía
hay más de 20.000, muchos enterrados en las 743 fosas comunes que hasta ahora
se han localizado. La mayoría se concentran en zonas donde se libraron combates
importantes, especialmente en el contexto de la batalla del Ebro. Desde 2017 se
han abierto 32, y se han recuperado los restos de 300 personas, aunque sólo
unas pocas han sido identificadas gracias a pruebas de ADN. Estas investigaciones
son complejas y requieren soporte histórico, documental y científico, a menudo
con la colaboración de testigos locales. A pesar de los esfuerzos, queda mucho
trabajo pendiente para localizar y excavar todas las fosas, e identificar a las
víctimas que contienen.
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Cataluña ha sido pionera a la hora de consolidar el
derecho a la verdad, la justicia y la reparación. El Memorial Democrático
creado oficialmente en 2007 por el Parlament de Catalunya, tiene como objetivo
"preservar y promover la memoria histórica" relacionada con la lucha antifranquista, la
represión durante la Guerra Civil española, la
dictadura franquista y la transición a la democracia, así como el
reconocimiento de las víctimas de este período. La Ley catalana de fosas
comunes, aprobada en 2009, o iniciativas como el Mausoleo de Montjuïc dedicado
a las víctimas del franquismo, son otros ejemplos de cómo las instituciones
catalanas han abordado esta cuestión. La memoria histórica no sólo se centra en
recordar el pasado, sino que desempeña un papel educativo fundamental para
explicar a las nuevas generaciones los abusos cometidos, para evitar que los
errores no se vuelvan a repetir en el futuro.

