El exilio de los niños, la inocencia hecha añicos

Orquesta integrada por niños refugiados en la Unión Soviètica

El sufrimiento de los niños fue un aspecto especialmente trágico de la Guerra Civil. Durante la guerra, diversas organizaciones humanitarias, incluido el Comité de Niños Evacuados y otros grupos de apoyo, organizaron la evacuación de niños hacia otros países para protegerles del peligro. En total se evacuaron unos 20.000, que fueron enviados sobre todo a Francia, Bélgica, México y la URSS. Estos niños, conocidos como "niños de la guerra", crecieron en el exilio, muchos de ellos sin volver a ver a sus familias, y son un símbolo de la ruptura generacional que provocó el conflicto.

“ Los niños del exilio no sólo pierden su tierra, pierden su niñez,
y con ella, los sueños que nunca volverán
— Pere Calders

Francia acogió el mayor número de niños, que fueron internados en campos de refugiados como el de Argelès-sur-Mer. Sin embargo, las organizaciones humanitarias hicieron lo posible por proporcionarles apoyo. Mención aparte merece la Maternidad de Elna, una institución creada en 1939 por la enfermera suiza Elisabeth Eidenbenz en la localidad de Elna, cerca de Perpiñán, con el apoyo de la organización Ayuda Suiza a los Niños. Esta institución jugó un papel fundamental en la atención de mujeres embarazadas que huían de la Guerra Civil y, más tarde, de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1939 y 1944, nacieron más de 600 niños, salvándose de una muerte probable en los campos de concentración. La institución no sólo brindaba atención médica durante el parto, sino que también ofrecía un ambiente saludable para que las madres pudieran recuperarse y cuidar a los bebés durante los primeros meses de vida. Hoy en día, el edificio ha sido restaurado y convertido en un museo para recordar la historia y el sufrimiento de los refugiados de aquellos tiempos


Dos madres en la Maternidad de Elna

Los niños exiliados fueron reubicados en internados, instituciones educativas y familias. El viaje hacia los países de acogida estaba a menudo en condiciones precarias y lleno de dificultades. Muchos viajaron solos, sin sus familias, atrapadas por la guerra o por la falta de recursos. Sin embargo, muchos de ellos pudieron reconstruir sus vidas, integrarse en el nuevo entorno y dejar atrás las vivencias traumáticas. Inevitablemente, la experiencia del exilio marcó profundamente su vida, dejando una impronta imborrable en su salud mental y emocional.


 Los niños de la guerra nunca vuelven a casa del todo,
el exilio les roba una parte del corazón que nunca podrán recuperar
— Teresa Pàmies

El exilio de los niños es un recordatorio conmovedor de los devastadores efectos de la guerra sobre los más pequeños, así como de la solidaridad de las organizaciones humanitarias internacionales, que jugaron un papel decisivo a la hora de proporcionarles un futuro mejor.



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