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Por otra parte, la escuela franquista promovía una
disciplina rígida y autoritaria, tanto en el comportamiento de los estudiantes
como en las relaciones entre maestros y alumnos. La separación de niños y niñas
era una característica fundamental del sistema educativo, basada en una
estricta diferenciación de los roles de género. Las niñas estaban preparadas
para su futuro papel de madres y esposas y los niños recibían una formación
centrada en la preparación para el trabajo y el servicio militar.
Los jóvenes eran incentivados a unirse al Frente de
Juventudes, la sección juvenil de la Falange, el partido único del régimen
franquista, donde participaban en actividades físicas, desfiles y marchas
orientadas a la preparación militar y defensa de la "España una, grande y
libre". El Frente de Juventudes también tenía una rama para las niñas, la
Sección Femenina de la Falange, centrada en la preparación para las tareas del
hogar. La organización estuvo activa desde 1940 hasta su disolución en 1961,
cuando fue absorbida por otras instituciones.
En 1970, se promulgó la Ley General de Educación, que fue un intento de modernizar el sistema educativo para adaptarlo a las necesidades de una España más industrializada. Sin embargo, el control político del currículo educativo permaneció hasta el fin del régimen.

