Transformaciones sociales: inmigración e integración

Nuevos barceloneses en la plaza del MACBA

Las transformaciones sociales en Cataluña durante los últimos cincuenta años han estado marcadas por un proceso de recuperación de las instituciones de autogobierno y la promoción de su identidad nacional. La aprobación del Estatuto de Autonomía fue determinante en estas transformaciones al poner las bases de la reconstrucción. Durante la Transición, se recuperó el derecho a gestionar áreas clave como la educación, la sanidad y los servicios sociales, revirtiendo los modelos franquistas para crear otros propios, que han sido ampliamente reconocidos.

 

Al mismo tiempo, entre los años ochenta y principios del siglo XXI, Cataluña vivió un período de desarrollo económico sostenido. El sector terciario creció considerablemente y el país se consolidó como un hub comercial, financiero y turístico. Barcelona, ​​en particular, ha sido un motor de crecimiento, sobre todo después de los Juegos Olímpicos de 1992, que modernizaron la ciudad y la proyectaron internacionalmente. En este nuevo contexto, Cataluña vive una importante llegada de gente procedente de otros países.


 Es en el esfuerzo colectivo donde los inmigrantes y los autóctonos nos hemos encontrado, trabajando para mejorar nuestra tierra común
— Paco Candel


Cataluña ha sido históricamente una región de inmigración, pero desde los años noventa, con la llegada de migrantes de países de América Latina, África y Asia, y también de otros países de Europa, el perfil de los inmigrantes ha cambiado y con ellos el panorama social. A principios de 2022, había 1.271.810 personas de origen extranjero, el 16,3% del total de la población, y hoy la tendencia sigue en crecimiento sostenido, sobre todo en las áreas urbanas. Según los datos del Padrón de 2021, Barcelona cuenta con casi un 30% de residentes que han nacido en el extranjero. Conviven personas de más de 180 países diferentes, se hablan 300 lenguas y hay centros de culto de 25 confesiones religiosas distintas. Estos datos muestran la diversidad y complejidad social de Cataluña, y convierten a la inmigración en un fenómeno clave para entender la dinámica social, cultural y económica del territorio.


“ El 2024, en Cataluña había 1.444.192 personas de origen extranjero,
18% del total de la población

El 2021 se firmaron 500.000 contratos laborales a personas extranjeras en el país, sobre todo en sectores como la construcción, hostelería y servicios domésticos. Sin embargo, los recién llegados tienen una tasa de paro del 34,2% más del doble que la media catalana. Por otra parte, esta transformación demográfica ha cambiado el tejido social y ha planteado nuevos retos en términos de cohesión social y de integración cultural y lingüística. Entender y leer de forma constructiva fenómenos como la diferencia, la tolerancia o el respeto es uno de los retos que requieren políticas de integración, desde la educación hasta la inserción en el mercado laboral, para promover una sociedad inclusiva en la que la diversidad cultural sea vista como una fortaleza y no como una fuente de conflicto. La necesidad de gestionar una sociedad multicultural sin perder la cohesión social ni la propia identidad catalana, es uno de los mayores desafíos de la Cataluña del siglo XXI. 



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