Las publicaciones: creando cultura desde el exilio


Durante la Segunda República, Cataluña fue un importante centro cultural y político, por lo que, con la victoria de las fuerzas franquistas en la Guerra Civil, muchos catalanes fueron perseguidos por sus ideas contrarias al nuevo régimen y se vieron abocados al exilio. La mayoría de refugiados eran trabajadores y gente humilde de clase obrera. Pero huyeron también intelectuales que habían sido simpatizantes de la República y de los ideales republicanos. El éxodo de intelectuales catalanes empobreció la vida cultural del país durante décadas. Sin embargo, muchos de ellos pudieron continuar sus actividades académicas y culturales, contribuyendo a mantener viva y difundir la cultura catalana desde el extranjero. Escritores como Mercè Rodoreda, Joan Sales, Josep Carner, Pedro Calders, Agustí Bartra, Xavier Benguerel y Carlos Riba, entre otros, escribieron obras impregnadas de los sufrimientos y las dificultades del exilio, que más tarde se convirtieron en piedras angulares de la literatura catalana contemporánea. 

“ En cada verso, en cada palabra, se escondían las reivindicaciones de un pueblo
que se negaba a ser borrado de la historia
— Salvador Espriu

Pero el exilio catalán no sólo fue un refugio, sino también un espacio de resistencia activa y de promoción cultural y política que desafió al franquismo desde el exterior. Los exiliados catalanes crearon revistas, novelas, ensayos y todo tipo de publicaciones fundamentales para mantener viva la lengua, la cultura y el pensamiento político de la Cataluña republicana. Las obras se editaban y se distribuían principalmente en América Latina y Francia, donde se asentó la mayor parte de los exiliados catalanes, pero también circulaban clandestinamente en el interior de Cataluña a pesar de la vigilancia y la censura.



Las revistas catalanas publicadas en el extranjero se convirtieron en plataformas de resistencia. En México, Cuadernos del Exilio (1943-1947) fue una de las más destacadas, dirigida por intelectuales republicanos como Joan Sales, la revista ofrecía contenidos literarios, políticos y culturales, poniendo énfasis en la situación en Cataluña y España. También en México, "Nuestra Revista" (1946) y "Pont Blau" (1952-1963) se centraban en la literatura catalana, con artículos, poemas y ensayos de autores exiliados. En Francia, "Catalunya", impulsada por exiliados del partido Estat Català y publicada en Toulouse, se convirtió en un referente del catalanismo y de la lucha antifranquista. También cabe mencionar la “Revista de Catalunya”, fundada por Antoni Rovira i Virgili en París, que reanudó su actividad en el exilio. En Buenos Aires, la revista “Germanor”, dirigida a la comunidad catalana en Argentina, combinaba contenidos culturales con noticias y crónicas sobre la realidad de Cataluña, convirtiéndose en un punto de encuentro para los exiliados y reforzando los vínculos de la diáspora catalana. Revistas como éstas no sólo mantuvieron viva la llama cultural y política catalana, sino que también jugaron un papel importante en la internacionalización de la causa catalana, denunciando las atrocidades del franquismo y promoviendo la solidaridad entre los exiliados.



Las editoriales catalanas en el extranjero también desempeñaron un papel esencial en la preservación y promoción de la lengua, la cultura y el pensamiento crítico catalán. Prohibidas en el interior del Estado español muchas obras literarias en catalán o con contenido político antifranquista y varios proyectos editoriales nacieron en el exilio para dar voz a los creadores silenciados como Carles Riba, J. V. Foix o Pere Calders. "Incerta glòria" de Joan Sales o " Crist de 200.000 braços " de Agustí Bartra fueron publicadas en el extranjero antes que en Cataluña. Ciudades como Buenos Aires, México DF y París se convirtieron en los principales focos de actividad editorial. En Buenos Aires, la editorial Catalònia, fundada antes de la guerra, pero revitalizada durante el exilio, publicó autores catalanes que no podían hacerlo en España. En París, Edicions Catalanes lideró el esfuerzo editorial desde el exilio europeo, editando obras de autores destacados como Mercè Rodoreda, Josep Pla y otras figuras fundamentales del panorama literario catalán. Minerva, Pórtico, Barcino... fueron otras editoriales importantes.

 

En muchos casos, estas editoriales trabajaron en colaboración con activistas para financiar proyectos y distribuir libros clandestinamente en Cataluña. A través de estas iniciativas, se aseguró que, pese a la represión, el catalán siguiera siendo una herramienta de resistencia y una expresión cultural de primer orden.


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