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Durante el exilio provocado por la Guerra Civil, muchas
instituciones y entidades culturales fueron fundamentales en la preservación de
la cultura, la lengua y la identidad catalana, así como en la denuncia del
régimen franquista a escala internacional, manteniendo vivo el espíritu de
resistencia cultural y política. Entre ellas, los Casals Catalans, se
convirtieron en centros de acogida y en sitios de socialización del
catalanismo, donde la lengua, las tradiciones populares y la memoria
republicana se mantuvieron intactas. Estos espacios tuvieron también la función
de mantener viva la conexión con la tierra de origen, a pesar de la represión
que se vivía en Cataluña, y de legar un patrimonio cultural a las generaciones
posteriores.

Aparte de los Casals, otras entidades culturales y
políticas aportaron su grano de arena. Varios músicos y poetas fundaron
asociaciones para divulgar la poesía y la música tradicional catalana, como el
Orfeó Català de México. En París, instituciones como el Institut de Cultura
Catalana organizaban conferencias y actividades culturales para conectar a los
exiliados con la tierra de origen. También en París, se fundó la Agrupación de
Artistas Catalanes para dar visibilidad a los creadores exiliados y promover el
arte catalán. Muchas entidades editaron publicaciones, revistas y boletines
para mantener informada la diáspora y difundir contenidos literarios, políticos
y culturales. Además, estas publicaciones a menudo se distribuían clandestinamente
en Cataluña.
Las instituciones políticas como el Consejo Nacional de Cataluña fueron también claves para la internacionalización del conflicto catalán. El Consejo fue fundado en 1939 en Francia por el presidente Companys, después de disolver el gobierno catalán, con la voluntad de representar a la Generalitat en el exilio. Tras el fusilamiento de Companys y la ocupación nazi de Francia en 1940, un grupo de exiliados catalanes, impulsados por el doctor Josep Trueta, decidió continuar la labor del CNC en Londres, reuniendo a todos los resistentes catalanes, independientemente de la ideología o el partido. Fuera de la forma que fuere, cientos de entidades culturales y políticas en el exterior contribuyeron a mantener viva la llama de la catalanidad durante los años oscuros de la dictadura.
