Los Casals: ejercer de catalán lejos de Cataluña

La mesa presidencial de los Juegos Florales en Perpinyà el 1950, con Pau Casals, entre otros

Durante el exilio provocado por la Guerra Civil, muchas instituciones y entidades culturales fueron fundamentales en la preservación de la cultura, la lengua y la identidad catalana, así como en la denuncia del régimen franquista a escala internacional, manteniendo vivo el espíritu de resistencia cultural y política. Entre ellas, los Casals Catalans, se convirtieron en centros de acogida y en sitios de socialización del catalanismo, donde la lengua, las tradiciones populares y la memoria republicana se mantuvieron intactas. Estos espacios tuvieron también la función de mantener viva la conexión con la tierra de origen, a pesar de la represión que se vivía en Cataluña, y de legar un patrimonio cultural a las generaciones posteriores.


Los Casals Catalans son los nuevos monasterios de nuestra cultura;
 están allí donde nuestra lengua, nuestra historia y nuestros ideales
 se conservan en plena oscuridad
— Víctor Balaguer

Colonia infantil de Mas d'Orca, escuela y orfanato financiado por el Casal de Cataluña de Buenos Aires durante la Guerra Civil

De Casals Catalans se crearon en todo el mundo. Algunos ya existían antes de la guerra, fundados por emigrantes catalanes en décadas anteriores, como Buenos Aires (1886), México DF (1906) o Montevideo (1926). Otros, como los de Londres (1940), Ginebra (1944), París (1945) o Caracas (1956), se fundaron con la llegada de los nuevos emigrantes. Estos espacios se convirtieron en puntos de encuentro proporcionando a los exiliados un sentido de comunidad y soporte mutuo. En los Casals se organizaban actividades culturales, clases de catalán, eventos literarios y musicales o celebraciones de fiestas tradicionales como Sant Jordi o la Castañada. En muchos casos, eran los lugares en los que se encontraban intelectuales, escritores y políticos, que continuaban trabajando para mantener vivo el espíritu de la República. También funcionaron como plataformas de resistencia política desde las que se apoyaba la disidencia y la oposición al franquismo en el interior del país. Además contribuyeron a internacionalizar la causa catalana a través de conferencias y contactos con medios de comunicación y organizaciones internacionales.

 

Aparte de los Casals, otras entidades culturales y políticas aportaron su grano de arena. Varios músicos y poetas fundaron asociaciones para divulgar la poesía y la música tradicional catalana, como el Orfeó Català de México. En París, instituciones como el Institut de Cultura Catalana organizaban conferencias y actividades culturales para conectar a los exiliados con la tierra de origen. También en París, se fundó la Agrupación de Artistas Catalanes para dar visibilidad a los creadores exiliados y promover el arte catalán. Muchas entidades editaron publicaciones, revistas y boletines para mantener informada la diáspora y difundir contenidos literarios, políticos y culturales. Además, estas publicaciones a menudo se distribuían clandestinamente en Cataluña.


Las instituciones políticas como el Consejo Nacional de Cataluña fueron también claves para la internacionalización del conflicto catalán. El Consejo fue fundado en 1939 en Francia por el presidente Companys, después de disolver el gobierno catalán, con la voluntad de representar a la Generalitat en el exilio. Tras el fusilamiento de Companys y la ocupación nazi de Francia en 1940, un grupo de exiliados catalanes, impulsados ​​por el doctor Josep Trueta, decidió continuar la labor del CNC en Londres, reuniendo a todos los resistentes catalanes, independientemente de la ideología o el partido. Fuera de la forma que fuere, cientos de entidades culturales y políticas en el exterior contribuyeron a mantener viva la llama de la catalanidad durante los años oscuros de la dictadura.


Entradas que pueden interesarte