
El refugio 307
En el interior del refugio, la gente se compacta en
silencio. Algunos padres abrazan con fuerza a sus hijos, mientras otros lloran
o rezan en voz baja. En el exterior, las bombas hace rato que han empezado a
caer y las explosiones intermitentes están cada vez más cercanas. El suelo
tiembla con cada impacto, y una nube de polvo se despega de las paredes,
acentuando la sensación de angustia y ahogo. Cuando el ruido de los motores
finalmente se aleja, la ciudad queda en silencio durante unos momentos, que
enseguida se rompe por los gemidos y los gritos de socorro de quienes no han
llegado a tiempo a los refugios. Al salir de los escondrijos, el paisaje es
devastador: calles llenas de escombros, edificios derrumbados y heridos
arrastrando los pies pidiendo ayuda. He aquí la cotidianidad de una ciudad que
lleva días sufriendo el horror que viene del cielo.
“ Los refugios eran como un vientre protector, pero el
miedo se infiltraba
hasta el alma. Aprendimos a vivir con el ruido de la destrucción
como banda
sonora de nuestra juventud
— Antoni Tàpies
Durante la Guerra Civil, Barcelona se convirtió en uno de
los principales objetivos de los bombardeos de la aviación italiana y la Legión
Cóndor alemana, aliados del bando franquista. La intensidad y frecuencia de los
bombardeos llevaron a la urgente necesidad de crear infraestructuras de
protección para la población civil. La capacidad defensiva de la ciudad era
limitada y las autoridades republicanas no contaban con un sistema de refugios
organizado, lo que obligó a los ciudadanos a tomar la iniciativa. Así,
surgieron comités vecinales que, junto a técnicos, arquitectos y la ayuda de
las brigadas municipales, empezaron a construir refugios en las zonas más
expuestas, desde precarias galerías subterráneas, hasta refugios mucho más
complejos con múltiples accesos, aseos, instalaciones de agua y ventilación.
Se estima que se llegaron a construir más de 1.400
refugios antiaéreos repartidos por toda la ciudad. Algunos han sido restaurados
y abiertos al público. Entre los más conocidos destacan el Refugio 307, situado
en la calle Nou de la Rambla y construido por los propios vecinos del
Poble-sec, con más de 200 metros de túneles y capacidad para cientos de
personas. En la plaza del Diamant, el refugio 232, a 13 metros de profundidad,
ha sido recuperado como parte del patrimonio histórico del barrio de Gràcia.

Construcción de un refugio antiaéreo