
El Camp Nou
El Camp Nou hierve de expectación, como cualquier día de partido. Las calles que rodean el estadio se llenan de seguidores con bufandas azulgranas. Las banderas catalanas son raras; la censura las prohíbe. Sin embargo, aprovechando el anonimato que proporciona la multitud, algunas se despliegan con astucia, entre aplausos y miradas cómplices. En su interior, el ambiente es vibrante. Los seguidores cantan, no sólo para animar al equipo, sino también para liberar una energía contenida, una declaración simbólica de identidad. Los gritos del público se mezclan con las narraciones de los locutores oficiales que intentan mantener el tono estrictamente deportivo, mientras las fuerzas de seguridad del régimen vigilan de cerca, atentas a cualquier signo de insubordinación. Durante el partido, la emoción es intensa. Cada gol del Barça es una explosión de júbilo, pero también un gesto de desafío, una celebración que parece trascender el fútbol.
“ Cada gol que celebrábamos era más que un gol,
era un grito de libertad en un país donde el silencio era la norma
— Joaquim Maria Puyal
El franquismo utilizaba el fútbol y otros deportes como formas de fomentar la unidad de España y exaltar los valores nacionalistas. En Cataluña, en cambio, el deporte se convirtió en un vehículo para la expresión de la identidad catalana, una forma pacífica de desafiar la represión. En lugar de confrontar directamente el régimen con actos violentos, el deporte catalán se convirtió en una plataforma de resistencia, y en la que los valores de la libertad y la democracia se mantenían vivos a través de la expresión colectiva. Uno de los ejemplos más emblemáticos fue el Fútbol Club Barcelona. El Barça, conocido como "Más que un club", era percibido por muchos catalanes como símbolo de la identidad catalana y un bastión de oposición al régimen.

Josep Sunyol
Durante los primeros años del franquismo, el Barça sufrió también la represión de sus directivos. El presidente del club durante la Guerra Civil, Josep Sunyol, fue asesinado en 1936 por las tropas franquistas en las primeras semanas del conflicto. Sunyol era un destacado político de Esquerra Republicana de Catalunya y su asesinato fue un claro ejemplo de la represión que el régimen aplicaba contra las élites republicanas y catalanistas, un acto que solidificó aún más al club como un símbolo de resistencia.
En 1940, como parte de la política de castellanización del régimen, el club fue obligado a modificar su nombre. El Fútbol Club Barcelona pasó a llamarse Club de Fútbol Barcelona, una versión castellanizada que se mantendría hasta 1974. Además, se modificó el escudo del equipo, sustituyendo las cuatro barras rojas de la Senyera por dos, que representaban la bandera española. Sin embargo, durante los partidos, era común oir cánticos en catalán y ver banderas catalanas, desafiando las prohibiciones impuestas por el régimen. Las victorias del Barça sobre el Real Madrid eran celebradas no sólo como triunfos deportivos, sino también como actos de desafío al poder franquista.

A medida que el régimen se fue debilitando, el Barça empezó a recuperar algunos de sus tradicionales símbolos. En 1974, coincidiendo con el 75 aniversario del club, se restauró el nombre original, Fútbol Club Barcelona, y se devolvió el escudo a su diseño tradicional con las cuatro barras de la Senyera. Pese a esta aparente restitución de la normalidad, la identificación entre el Barça y la lucha por los derechos y la libertad en Cataluña ha perdurado y se ha transmitido a las generaciones posteriores de seguidores.
“ El Barça siempre fue el refugio de muchos catalanes que, bajo el franquismo,
no podían expresar su catalanidad en otro sitio. El Camp Nou era su santuario
— Josep Guardiola
Aunque el fútbol fue el deporte más visible en la resistencia al franquismo, otras disciplinas también desempeñaron un papel importante en la preservación de la identidad catalana y la lucha simbólica contra el régimen. Cataluña ha sido clave para el desarrollo de muchos deportes prácticamente desconocidos en el resto del Estado, como el hockey sobre patines, el rugby o el waterpolo. El Club Natació Barcelona y otras instituciones deportivas jugaron un papel también importante en la preservación de la identidad catalana.
