La voz de las periferias

Periferias

En los años 60 y 70, la periferia de Barcelona se formó y construyó mayoritariamente por inmigrantes extremeños y andaluces que levantaron los barrios con sus propias manos, pero que no estaban plenamente integrados en la ciudad. Muchos de ellos, formados sobre todo de chabolas, ni siquiera tenían agua corriente o electricidad. Uno de ellos era el barrio de Torre Baró, construido en una colina limítrofe de la ciudad. Entre aquellos vecinos olvidados se encontraba Manuel Vital, un humilde conductor de autobuses de Transportes de Barcelona (hoy Transportes Metropolitanos de Barcelona o TMB).

 

Vital propuso a los responsables de la empresa gestora del transporte público barcelonés la implementación de una línea de autobús que llegara hasta Torre Baró. Harto que el Ayuntamiento dijera que el transporte público no podía llegar a la zona porque las calles eran demasiado estrechas e inseguras, tomó una decisión drástica: secuestrar un autobús de la línea 47 y conducirlo hasta el barrio, para demostrar a las autoridades que se equivocaban. Es el 7 de mayo de 1978, con este acto de rebeldía, Vital quiso probar que las calles empinadas, estrechas y sin asfaltar no debían suponer un impedimento para el tipo de vehículos que conducía. Así es como se ganó una de las guerras clave de un barrio que antes había tenido que combatir para conseguir otros servicios básicos, como el acceso al agua y a la electricidad.

   

“ Somos un país de gente expulsada

 Manolo Vital


Manuel Vital

Durante la Transición democrática (1975-1982), los movimientos vecinales en los barrios de Barcelona tuvieron un papel clave en la reivindicación de derechos sociales, servicios públicos y participación ciudadana. Aprovechando el debilitamiento del control franquista, miles de vecinos y vecinas, a menudo agrupados en Asociaciones de Vecinos, se movilizaron para exigir mejoras en condiciones de vida muy precarias. En barrios como Nou Barris, Sant Andreu, Poblenou, El Carmel, La Verneda o Sants, estos movimientos denunciaban la falta de infraestructuras básicas: alcantarillado, escuelas, centros de salud, transporte público o alumbrado. Las asociaciones, a menudo surgidas a partir de vínculos con parroquias progresistas o movimientos sociales, se convirtieron en herramientas esenciales para articular demandas colectivas, presionar a ayuntamientos y participar en la reconstrucción de la democracia. Se organizaron asambleas, manifestaciones, ocupaciones simbólicas de espacios y acciones de desobediencia civil. También tuvieron un papel decisivo en el control urbanístico, evitando especulaciones y promoviendo equipamientos públicos. Estos movimientos fueron la base del futuro movimiento ciudadano barcelonés, e influyeron profundamente en el modelo de gobernanza participativa de la ciudad. Muchos líderes vecinales acabaron integrándose en partidos políticos o en la gestión municipal democrática.


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