Las cárceles de Franco

Prisioneros de guerra en un campo de trabajos forzados


Justo terminada la guerra, miles de activistas, soldados republicanos y otros sospechosos de oponerse al régimen fueron internados en campos de concentración. La función de estos campos era disponer de mano de obra esclava para construir obras civiles —presas de embalses, canales, líneas de ferrocarril o aeropuertos— y retener, investigar y adoctrinar a los prisioneros, fusilando a aquellos que el aparato represivo franquista consideraba "irrecuperables". Se abrieron más de ciento sesenta campos repartidos por España, todos ellos inspirados en los campos de concentración nazis, habilitados antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. En Cataluña hubo dieciséis, con más de 10.000 prisioneros, muchos en condiciones deplorables, sometidos a trabajos forzados, torturas y malos tratos. Uno de los más importantes estaba instalado en Horta, en Barcelona.

“ En Cataluña hubo dieciséis campos de concentración franquistas
entre el verano de 1938 y 1942
 Memorial Democràtic

El campo de concentración de Horta

El campo de Horta se instaló en los pabellones en construcción que, posteriormente, serían los Hogares Mundet, que por aquel entonces estaban casi inhabitables. Fue, con el Palacio de las Misiones de Montjuïc y la Fábrica de Cáñamo del Poble Nou, uno de los tres grandes campos de la ciudad. La población reclusa estaba formada básicamente por prisioneros de guerra republicanos y, en menor medida, por personas que habían cometido alguna acción "indecorosa", como no saludar al paso de la bandera, o exiliados que habían regresado, confiando que el régimen, tal como divulgaba la propaganda franquista, les acogería como "hijos pródigos". Los reclusos malvivían en condiciones infrahumanas mientras esperaban ser enviados a los Batallones de Trabajo.

 

El edificio no disponía de servicios sanitarios, ni cocinas ni habitaciones adecuadas. Las necesidades se hacían en una especie de letrinas comunes consistentes en unos tablones y unos bidones, sin intimidad alguna. Unas duchas en condiciones pésimas facilitaban un mínimo de aseo personal, pero sólo se podían utilizar de vez en cuando. La comida era escasa y mala: pan y latas de sardinas que debían abrirse a golpes de piedra, dado que no disponían de ningún utensilio que se pudiera utilizar para abrirlas. Los prisioneros dormían sobre el suelo con una manta. La mayoría de ventanas carecían de cristales, y los meses de invierno eran muy fríos. Todo ello propició que el día a día de los prisioneros fuera muy  duro. 

Prisioneros republicanos en el Castillo de Montjuic

En 1939, al finalizar la guerra, el Castillo de Montjuïc jugó un importante papel como prisión política, donde fueron internados, torturados y ejecutados numerosos opositores al régimen. Este uso represivo marcó un período oscuro y doloroso en su historia, convirtiéndose en símbolo de la represión franquista en Cataluña. Con la Transición democrática, el castillo perdió su función militar y penitenciaria. Hoy en día, es un monumento histórico, abierto a la ciudadanía, que alberga exposiciones, visitas guiadas y actos culturales. Su historia compleja y su valor patrimonial le convierten en un lugar clave para entender el pasado reciente de Barcelona, ​​así como los procesos de memoria histórica y reconciliación.


La cárcel Modelo de Barcelona

Durante el franquismo, la cárcel Modelo de Barcelona fue uno de los epicentros de la represión, un espacio de encarcelamiento masivo para políticos, sindicalistas, intelectuales y otros disidentes. Construida en 1904 como prisión moderna, durante la dictadura se convirtió en un lugar de sufrimiento para miles de opositores al régimen. Tras la Guerra Civil, el recinto estaba saturado: sólo tenía capacidad para 800 presos, pero albergaba a más de 13.000. Las condiciones eran extremadamente duras, con celdas colapsadas, enfermedades y una alimentación insuficiente. Muchos de los reclusos fueron juzgados de forma sumarísima y condenados a muerte: entre 1939 y 1952 se ejecutaron 1.617 personas. Sin embargo, la cárcel fue también un escenario de resistencia: los presos políticos organizaban actividades culturales y formación clandestina para mantener vivo el espíritu de lucha. Hoy en día, la Modelo es un espacio de memoria que recuerda el sufrimiento de las víctimas del régimen. 


El Castillo de Cardona, una fortaleza medieval emblemática de la provincia de Barcelona, ​​también tuvo un papel destacado durante la Guerra Civil española (1936-1939). Durante el conflicto, el castillo fue utilizado como prisión y centro de detención para prisioneros republicanos y personas consideradas "enemigos" por el régimen franquista. Además, su enclave estratégico le convirtió en un punto de control importante en la comarca del Bages. Finalizada la guerra, el castillo siguió como prisión bajo la dictadura franquista, donde se internaron presos políticos hasta mediados del siglo XX. Esta función represiva marcó un período oscuro de su historia. A partir de la década de los 60, el Castillo de Cardona empezó a recuperar su valor patrimonial e histórico.


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