La cultura catalana aparece siempre que puede

Un asistente a las Seis Horas de Canción de Canet de Mar hace ondear una bandera

Las Seis Horas de Canción de Canet de Mar fue un multitudinario festival de la nueva canción catalana que se celebró durante ocho ediciones: desde 1971 hasta 1978. El origen del festival hay que encontrarlo en la iniciativa del grupo de “boy scouts” del pueblo, que empezó a organizar recitales como una forma de recaudar fondos para poder llevar a cabo las actividades propias de la entidad. Pero el festival fue creciendo hasta convertirse en el principal escaparate para la popularización de la Canción catalana de los años setenta, con asistencias que llegaron a los 60.000 espectadores. Al mismo tiempo, era un foco donde se expresaban las reivindicaciones de libertad y catalanismo en la época convulsa de finales del franquismo y la Transición. Fue allí, por ejemplo, donde en 1975, burlando la censura, se cantó por primera vez, desde el inicio de la dictadura, la canción popular Els Segadors.

“ El franquismo quería destruirnos como pueblo, pero nuestra cultura fue la muralla que nos protegió, que mantuvo viva nuestra alma colectiva
Maria Aurèlia Capmany

Con la finalización de la Guerra Civil, el franquismo empezó a reprimir duramente los símbolos catalanistas y cualquier tipo de manifestación cultural catalana; las muestras de catalanidad eran criminalizadas, perseguidas y motivo de prisión. El régimen sólo toleraba aquellas expresiones culturales que, por ser minoritarias, consideraba que no suponía ninguna amenaza para la unidad de España. Ninguna actividad cultural tradicional podía sobrepasar los límites del llamado “sano regionalismo”. En este contexto, la resistencia cultural, desde iniciativas clandestinas hasta manifestaciones públicas más visibles en los últimos años del régimen, fue un movimiento esencial para preservar y reivindicar la identidad de Cataluña durante la dictadura.

En el ámbito de la música, la Nova Cançó, que no nació como una actividad politizada sino como una forma de resistencia cultural, poco a poco se convirtió en un espacio de reivindicación política contra el franquismo y en favor de la libertad. La actividad coral del Orfeó Català, entidad fundada el 1891, también jugó un importante papel a través de la interpretación de canciones populares catalanas. El Palacio de la Música fue uno de los lugares donde se podía hablar en catalán de manera pública. La sardana también se convirtió en un símbolo de resistencia. Durante los años 40 y 50 las sardanas representaron la única gran expansión de la juventud. A pesar de la derrota militar del 1939, el catalanismo continuaba vivo, y se afanaba por asomarse allí donde podía.

“ Cuando no se puede desplegar la bandera, se despliega la sardana
Pere Casaldàliga



Otro de los principales frentes de resistencia cultural fue la preservación del catalán como lengua de comunicación y expresión, especialmente en ámbitos privados y en algunas escuelas, de forma clandestina. La lengua catalana, excluida de la vida pública y educativa, se convirtió en un símbolo de la identidad colectiva del país. Una de las entidades más activas en la preservación y difusión del catalán fue Òmnium Cultural, fundada en 1961. Aunque sus actividades fueron inicialmente prohibidas por el régimen, pronto se convirtió en un bastión para la preservación de la cultura catalana, consolidándose como una plataforma para la promoción de la lengua, organizando cursos clandestinos de catalán, conferencias, exposiciones o premios, entre otras muchas actividades. Por otro lado, profesores universitarios, escritores y filósofos, como Joan Fuster, Salvador Espriu, o Manuel Sacristán, y movimientos juveniles, como el movimiento de “boy scouts” escolta o las agrupaciones culturales, también tuvieron un papel relevante en la creación de espacios donde el catalán y la cultura catalana podían practicarse y transmitirse a las nuevas generaciones.

“ La cultura catalana fue nuestra forma de resistencia pacífica
contra un régimen que quería acabar con nuestra existencia como nación
Josep Benet

En el ámbito de la literatura, algunas revistas y publicaciones culturales, como la influyente revista Serra d'Or, vinculada al monasterio de Montserrat, o Els marges, siguieron editándose. Algunas editoriales, como Edicions 62, fundada en 1962, se dedicaron a publicar libros en catalán y a traducir obras internacionales, fomentando la cultura y el acceso al conocimiento en la lengua propia. En 1963, nace La Galera, editorial líder en la edición de literatura infantil y juvenil en catalán después de la guerra. El teatro y el cine fueron también medios para resistir la imposición cultural franquista. En los últimos años de la dictadura, compañías como Els Joglars y Els Comediants contribuyeron a una renovación del teatro en catalán. Aunque la producción cinematográfica en catalán estuvo severamente limitada, algunos cineastas utilizaron el cine como medio de resistencia. Un ejemplo es la película "La piel quemada" (1967) de Josep Maria Forn. A través del contraste entre unos obreros de la construcción y los turistas que iban a la Costa Brava a mediados de los sesenta, Josep Maria Forn estableció una interesante relación entre la emigración, el turismo y los conflictos identitarios en Cataluña en los años del boom económico.


Escena de ‘Non plus plis’, el primer espectáculo de Comediants 1972
Grupo de "boy scouts"

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